29 junio, 2007

PRIMERA CITA
Rosa, también para ti.

Como el primer amor,
Los primeros desvelos. Tú tenías
Un rumor de agua en la mirada,
Algo así como un brillo feliz
Que se desborda,
Y sostenías el periódico entre las manos
Buscando en la aburrida cartelera
Una excusa para prolongar las horas
De aquella velada de noviembre.

Y no la claridad, sino esas horas
Te dieron nueva luz en la mirada.
Y entonces sucedió: atravesó la calle
Una pareja que estrenaba una sonrisa,
Una nueva complicidad,
Entre palabras dichas a destiempo,
Con los cuellos alzados,
Con el imprescindible paraguas,
Caminando bajo una lluvia imposible
Con una historia felizmente descubierta,
Esa historia que hoy somos tú y yo
Y que antes de ser nos esperaba.

En aquel centro comercial subimos al cine
Sólo para verificar que aquella película
Era semejante a nosotros,
Con vidas e historias que eran las nuestras,
Quizá por eso al salir estuvimos hablando
Hasta los primeros recelos de la noche.
Nos dijimos adiós. Yo tenía
Un rumor de agua en la mirada,
Algo así como un brillo feliz
Que se desborda.

LAS CIUDADES EN OTOÑO

Ahora sé
Que estas calles han vertido su fingido silencio
En la memoria,
Y que el otoño es siempre un otoño recordado,
Una mirada atónita que envejece sin prisa.

Sobre las viejas aceras pobladas de gente
Retornábamos despacio, sin constancia,
En medio de ese azar tan nuestro,
Desganado y triste,
Tan marchito de luz,
Semejante a un árbol.

Era hermoso recurrir,
Como cada tarde,
A esas citas rutinarias
Con jardines y paseos,
Con niños que fingían ser centauros
Y encumbrados en el sillín de una bicicleta
Nos seguían con sus risas.

Agradable
Detenerse junto a la orilla del estanque
En perfecta sincronía con las sombras
Y contemplar a los ánades debatiéndose
Junto al rumor transparente de las aguas.

En el atardecer de los parques se adivinaban
Los primeros eslabones del invierno,
Su pulso paciente y senil
Palpando las hayas y los matojos.
Y luego el cielo mismo enmudeciendo
Al ritmo de pájaros que se camuflan
En la copa fatigada de los árboles.

Durante muchos silencios,
Durante muchos proyectos incumplidos
Que se deshicieron, uno tras otro,
Como hojas caducas de oro viejo,
La constancia era un cierto cogerse de la mano
Y caminar sin prisas por las calles,
Siempre las mismas,
Siempre distintas en el recuerdo,
Y mirar escaparates
Y reírte tú cuando de pronto
Aquel pirata con la pata de palo
Subido en una caja se movía
Al oír el ruido de una moneda.

Después abríamos un libro y permutábamos
Los sueños incompletos de nuestras vidas
Por un juego de espejos y conceptos,
Ficciones, ensayos y versos libres
Inundados de rumores colectivos
Entre las estanterías de la biblioteca.

Ahora sé
Que aquella ciudad sólo es una memoria deshabitada
Y que la soledad puebla con sus silencios
Las horas nuestras que nunca han sido.

28 junio, 2007

ANIVERSARIO
A Rosa, después de seis meses

Son
Impacientes y amables todavía
Esas manos (las tuyas) que me recibieron
Y esas palabras (las mías) que se hicieron tan nuestras
Y que robaron tu expresión más tuya
Y que alumbraron la feliz certeza
De que el mundo cabe en un solo beso
De estos labios (¿los tuyos? ¿los míos?),
Cómplices mudos de la tarde,
Dueños y dictadores de las mejillas.

Hoy sabemos que fue precisamente entonces
Cuando todo empezó,
Cuando nosotros empezamos a ser y a desvivirnos.
Cuando brotó la dificultad de hallar palabras
Con las que poder hablar sin descedirnos.

Quizá por eso se hicieron tan gratas
Aquellas miradas,
Aquellos silencios nuestros.

Ahora
Se hace hermoso recordar ese comienzo,
Esa ocurrencia azul e inevitable,
Como inevitable fue el rubor de conocerse
Y bucear en el fuego de las miradas
Y aprender el arte de la comprensión mutua.

Ahora
Se hace hermoso recordar de nuevo y recordarse,
Y saber que hay parques, bancos, aceras
O líneas de autobús que nos recuerdan.

Y sin embargo
Cuando vuelves de nuevo a tu sonrisa,
Cuando hablas suavemente en tus silencios,
Todos los recuerdos,
Todos los rubores
Reaparecen inéditos e inenarrados
Como queriendo, otra vez, vivir de nuevo,
Como queriendo, otra vez, tocar la dicha
En el caudal inagotable de tus gestos.

BLUE DEVIL

La historia de este amor es sencilla:
Tres años ya sin saldo y un olvido,
Y ese desdén final que se deshace
—Insobornable y turbio—
Al filo de la noche.

Te han roto el corazón y lo sabes.
Asumes impotente
La lenta sucesión de signos:
La luz que se apaga,
Los tacones alejándose en el pasillo,
La puerta que ella cierra con cuidado.

Te han roto el corazón y lo sabes;
Ese corazón que arrastra como a un ancla
El peso oscuro e irrecuperable
De pasiones y recuerdos fugitivos;
Ese corazón que ignoraba, hasta hoy, el dolor silencioso
De una última palabra irreversible.

Entonces miras desde tu ventana,
Y la ves a ella cruzando la última calle,
Perdiéndose en la última noche,
Huyendo de sí misma para volver de nuevo
A su mundo de sombras.

La luz de la mañana se prolonga en algo semejante a un eco,
Como un temblor incierto
De tres años ya sin saldo y un olvido.

Cuando miras de nuevo ya no hay nadie
Y sientes sin sorpresa el roce opaco y solitario del silencio,
Ese gato arisco que murmura agazapado.

INSOMNIO

¿Qué es lo real? Un sueño invertido.
Yo tengo sed en los ojos
Y quiero ser abril entre dos cielos.

Quiero borrar el borde de un bosque sin contornos
Y atravesar la memoria incesante de las horas.
Yo quiero ser abril entre dos cielos.

Soñar
En la vida sin noche,
En el sueño sin luna,
En el beso tranquilo que desciende
Como un rumor de rosas en el olvido.

Hay ciudades que buscan una noche sin cuerpo
Y se hacen laberintos o minotauros,
Y se congelan al borde de una fotografía.

Para vivir al sur de cada mariposa,
Para soñar en este amor sin huella ni pecado:
Yo quiero ser abril entre dos cielos.

Como el cadáver ausente de las sombras,
Como el bostezo mineral de las estrellas.
Sí, yo quiero ser abril entre dos cielos.

27 junio, 2007

QUISIERA YO

A Rosa, con más razón

¿Qué sentirás cuando al pasar el tiempo
Leas una vez más estos poemas,
La historia nuestra de tu amor y el mío?

¿Podrás recuperar nuestras presencias?
¿Sentirás, también, en el mañana,
Este mismo dolor que se hace nuestro
E ilumina nuestro ser al desdecirnos?

¿O qué será del amor cuando nosotros,
Los que ahora somos luz y sueño y su presencia,
Después de tanto amar nos olvidemos
Como se olvida el cigarro último consumido?

Pero el amor nunca se dice definitivamente,
Y por eso no se ahoga en las palabras
Y vuelve sobre sí sin agotarse
Con su futuro libre y siempre retornado;
Y vuelve sobre sí como la ola
Que no ha dejado de ser porque al romperse
Encuentra su renovación azul en la marea.

Así quisiera yo que fuesen estos versos:
Un homenaje de tu nombre en el mío
Y semejantes a ese ‘Siempre’ rescatado de las aguas,
A ese ‘Te quiero’ que despunta como un alba irrevocable
Sobre las ruinas de una pasión antigua,
A esos ojos que deshacen la infinita soledad del tiempo
Y que al cruzar una mirada al fin comprenden
Que su querer pervive en el ‘Tú’ y ‘en el Yo’,
En el ‘Hoy’ y en el ‘Mañana’,
En ese dentro feliz e inexpugnable
Que es amar y darse y conocerse.

26 junio, 2007

HABLAN LAS HOJAS

A Rosa
Aún te esperan
Bajo la luz vespertina de la memoria
Esas hojas que caen blandamente
En su silencio azul y que murmuran
Indoloras y tenues cuando el viento
Las mueve con la calma solemne del otoño
Y las hace resbalar desde la nada.

Hablan las hojas con la voz tardía del recuerdo;
Hablan de ti y su verdad te incomoda,
Y quieres huir pero no puedes,
No sabes qué decir cuando susurran.

—Quizá porque sientes que ellas narran sin saberlo
La historia de tu vida y de otras vidas
Que se hunden arrastradas por las sombras
De un tiempo fugaz e inasequible.

Nada puedes decir si todo es fuga,
Si ya no existe aquello que fue tiempo,
Si no ves otra luz que la materia.

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