31 julio, 2007

TESEO DECONSTRUIDO

Mundo poesía
De cielo palabra,
De océano silencio.

Mundo rescatado en su vertiente
De dioses imposibles,
Minotauro entre paréntesis,
Prometido laberinto
De arquitecturas fonéticas
O emociones sutiles
Como el hilo salvador de Ariadna.

Círculo poema
En su sombra de pájaro
Dibuja significados
En el verso horizonte,
En el beso horizonte
De tus labios.

BODEGÓN CON FRUTAS

Sobre la mesa de madera:

Caóticas manzanas,
Los vasos de vino tinto,
La botella erecta,
Racimos de uvas y mandarinas.

Paréntesis en la pared
(Ventana abierta).

En el espacio de la habitación,
Perpleja y esquiva,
Se cuela una mosca.

Medio día en plenitud
—Luz, aire, sombra—.

Y yo miro,
Y me anticipo a su silencio,
Y sé que esta paz de la materia
Quisiera decir algo.

27 julio, 2007


DESDE LA BARANDILLA

Ser como la espuma
Y crecer hasta quemar el cuerpo
En exacta transparencia.

No cambiarlo,
Rozar,
Rozar sólo el aire...

Y en una gota de agua desprendida
Contemplar el mundo
Como una isla azul
Que se despierta.

18 julio, 2007

Amaneces, Palabra, al pensamiento;
Lo llenas de inquietud, asombro herido,
Con tu altísimo impulso, sostenido
En la brisa cadente del acento.

La sintaxis, exacto cumplimiento,
El fonema, viento esclarecido,
Y el lexema, invariante y escondido,
Transmiten milagroso entendimiento.

Eres, Palabra, ámbito de cielo;
Pero falta en ti tu voz primera,
Rubor de eternidades, rebeldía;

Ilumina estos versos con tu vuelo;
Crece igual que flor en primavera;
Sube alto, ¡más alto! Hazte poesía.

17 julio, 2007

UN HOMBRE AGRADECIDO




1

Somos prisioneros de nuestros recuerdos. Y, sin embargo, cuando los recuerdos se borran y desaparecen, no experimentamos ninguna liberación. Destruida la cárcel de la memoria, no queda nada de nosotros.

Mejor dicho, no queda nada dentro de nosotros, dentro de nuestros cuerpos, como si alguien se hubiese encargado de vaciar el soplo vital que insufla vigor a nuestra conciencia. Desaparecen los referentes, las señas de identidad, los lugares comunes y habituales del pensamiento.

¿Qué queda cuando nada queda pero aún no hemos muerto?

En ese vacío biológico el yo, perdido en las sombras de su propio cuerpo, se hace brumoso, lejano, inaccesible. Porque desde el punto de vista material el ser humano es cerebro, memoria.

Y poco más.

¿Cuándo empezó el olvido de Irene? Álvaro no está seguro. La frontera entre la salud y los primeros síntomas de deterioro siempre es borrosa. En el inicio se manifiestan signos menores, aparentes inexactitudes de retentiva que carecen de importancia. Luego estas intrascendentes señales se transforman en sospechas; y las sospechas a su vez se agravan hasta convertirse en certidumbres.

-¿Me voy a morir? -preguntó, un día, Irene.

Para entonces Álvaro ya había recibido el dictamen médico y había preferido no decirle nada. En realidad Irene no quería saber qué es lo que le estaba sucediendo. Algunos enfermos de Alzheimer son más felices cuando viven sin darse cuenta, sin conocer, sin preguntar. Pero en cierta manera la intuición de Irene estaba bien orientada: el olvido es una muerte anticipada, una muerte en vida.

Morir, sufrir... ¿Quiénes sufren más? ¿Los enfermos? ¿Los cuidadores? Álvaro piensa que quienes se llevan la peor parte son los cuidadores. Algunos de ellos se desesperan y escuchan en el fondo de su mente el eco repetido de sus propios pensamientos.



¿Qué he hecho yo, Dios mío, para merecer esto?

La veo todos los días, pero no puedo hablar con ella. No sabe quién soy. Es peor que verla morir.

Me lo han arrebatado en vida.



Álvaro conoce estos argumentos. Digamos que ha abundado en ellos y, finalmente, ha superado su parcialidad, su engañosa inexactitud, hasta el punto de que su mente ya no se detiene ni siquiera un minuto en considerarlos. Ha aprendido a olvidar. A olvidar su dolor. A olvidar sus frustrados proyectos en los que aún aparece la Irene de siempre, una Irene sana y vitalista, una Irene imposible y que ya no existe.

El olvido de Álvaro es un olvido libérrimo, inducido por el propio progreso espiritual de la conciencia, un olvido asumido responsablemente y con el que pretende compensar el olvido orgánicamente irreversible de la mente de Irene.

“Menos yo, más tú”, parece haberse dicho Álvaro.

En cambio el proceso cognitivo de Irene es completamente distinto. Cuando los enlaces neuronales de la mente comienzan a desdibujarse, cuando los datos desaparecen de las celdas de la memoria como en un disco duro defectuoso, algunos recuerdos perduran más que otros. Y no siempre aquello que más amamos pervive más tiempo en la memoria. Irene ha olvidado a su marido y a sus hijos, pero reacciona espontáneamente ante el sonido de su nombre, e intenta hablar de sus padres, muertos ya hace cuarenta años, y de vez en cuando hace gestos con la mano pretendiendo, quizá, que alguien baje las persianas de la habitación, como hacía su madre en tiempos de la guerra, cuando el sonido de los aviones y de las bombas descendía desde el cielo y arrasaba la penuria de pueblos y ciudades.

Ese pasado sólo existe desfiguradamente en el naufragio de la memoria de Elvira. Ahora es Álvaro quien debe vivir el presente por los dos.

Desde algún rincón de su mente, desde el arco cerebral donde se producen los análisis y donde se toman las decisiones, Álvaro ha sopesado la situación con tranquilidad, sin alarmismos. Está jubilado; trabajó como ingeniero en una importante multinacional; y ahora, en esta fase final de su vida, ha aprendido a verse a sí mismo como un simple instrumento, ha logrado extraer el ‘yo’ de esa ecuación, aún vigente, que relaciona su vida con la vida de Irene.

“Irene ya no te necesita. Ya no necesita a nadie”, le dijo un día su cuñada.

Y, en cierta forma, es verdad. Quien carece de recuerdos, carece también de referentes. Cuando Álvaro va a verla, Irene ya no le reconoce, ya no se alegra de tener visitas, como al principio, cuando decidió internarla en aquella residencia. Así que tanto da que vaya a visitarla como que no. Ella no se entera. Y si se entera, se olvida a los cinco minutos.

-¿Quieres ser mi novia? -le preguntó un día Álvaro.

-Sí, qué bien -respondió Irene, sonriente, instalada en el defectuoso plano cerebral desde el que contempla la realidad más próxima.





2

-Entonces, si ella ya no le conoce, ¿por qué quiere ir a verla?

La enfermera no le mira a los ojos. Está ocupada vendándole el brazo.

Como es su costumbre, Álvaro, hombre regular y metódico, se ha levantado a la hora de siempre, ha ido a misa (en el momento de la consagración ha pedido , una vez más, por su mujer) y luego, después de tomar un café en el bar de la esquina con otros jubilados, se ha dirigido por su propio pie a la residencia donde visita a Irene dos veces al día, antes y después de comer. Es primavera, hace buen tiempo y a Álvaro le apetecía andar. Un incidente le ha impedido esta mañana llegar a su destino a la hora habitual: un coche se le ha echado encima en un paso de cebra y le ha hecho perder el equilibrio. Afortunadamente sólo tiene una leve contusión en el brazo, una lesión que no ha llegado a rotura.

Las personas mayores siempre tienen una historia que contar. La enfermera, una joven de veintisiete años, ha escuchado educadamente la narración y la detallada contabilidad de Álvaro: cuatro hijos, tres varones y una hembra, todos ellos fuera de la provincia, los varones casados y trabajando, la chica en un convento de clausura (Siempre fue muy piadosa; Irene la adoraba, ¿sabe usted?)... Y lo más extraño de todo, aquel anciano que acaba de sufrir un accidente no se queja del muchacho que conducía el coche, ni se lamenta por el perverso destino que ha confinado a su mujer a una residencia, ni por el signo de los tiempos, ni por lo cara que está la vida, ni por la situación política... Simplemente le insta a que, si es posible, termine prontamente su trabajo, para que pueda llegar a tiempo de ver a su mujer aquella mañana.

Y ella insiste:

-Me ha dicho que ella ya no sabe quién es usted. Dígame, ¿por qué es tan importante que vaya usted a verla?

-Ella no sabe quien soy yo. Pero yo si sé quien es ella. Por eso quiero verla.

Saber, conocer... El olvido de ella se compensa con el recuerdo de él. No es que ella le necesite, es que él la necesita a ella. Álvaro se da cuenta de que, una vez descartado el yo, el tú sigue existiendo a pesar de la decrepitud y del deterioro orgánico.

-Es usted un hombre muy bueno -dice la enfermera.

-¿Yo? No, no. Qué va. Está usted equivocada. No soy bueno. Sólo soy un hombre agradecido.



FIN


CONVOCATORIA DE URGENCIA

Vuelan los años,
No por pasar deprisa,
Sino para que no se escuche
El sonido de sus voces en el jardín,
El eco de sus pasos,
Cuando llegan sin ser llamados
Y se van sin despedirse
Y ya no vuelven.

Vuelan calladamente
Para que nadie los sienta,
Para que todos se extrañen
De las cruces que invaden el calendario,
De las arrugas y canas,
De las ausencias,
De las renuncias,
De las derrotas,
De esos continentes
Que desaparecen así,
De la noche a la mañana,
Tan de repente.

Y ya no vuelven.

Del batir de sus alas,
De su efecto de invernadero en la memoria,
De su astuta invisibilidad yo conservo
Al hombre que te quiso,
Y a su amor intacto y entregado,
Ese mismo hombre que te miraba
Cuando tú no le veías,
Cuando tú, ajena como un sueño,
Te abrías ante mí,
Ante mis ojos,
Como un abril imprevisto.

No, no envejecen los recuerdos;
Ellos no viven ni se desviven.
Tampoco aquello que hemos vivido envejece;
Sólo nosotros;
Sólo nuestros cuerpos.

Porque el tiempo nos envuelve
Como una niebla silenciosa.

Y el amor, esa otra niebla,
Nos emplaza ti y a mí,
A través de los años vividos
En única convocatoria,
Con su urgencia recién descubierta,
Con su ardor a destiempo,
Como el primer día.

16 julio, 2007

MEMENTO VITAE

Recuerda que yo existo sólo porque tú me lees,
Porque tu imaginación me acoge con sus alas rotas.
Recuerda que sólo existo si tú me recuerdas,
Y que tu recuerdo es para mí como una isla a mediodía.
Agradezco mi vida a tus fantasmas cotidianos,
A la literatura que atrapas a cada instante.
No olvides, por favor, que yo te espero
Al otro lado de los espejos,
En el reverso de los conjuros,
Y que tu realidad, sin mí, es pura prosa.
La pasión sube y baja como un ascensor átono
Pero yo permanezco constante aguardándote,
Querellándome con las sombras de lo informe,
Haciéndote la vida más habitable.
Verso a verso construyo mi reino en los acentos,
Mi libertad en la complicidad de las metáforas.
¿Qué es la verdad sin su belleza?
¿O qué es la mentira sin la hermosura?
Palabras sin concepto,
Sombras sin cuerpo...

Si quieres que yo permanezca,
Si buscas que yo sobreviva,
Recuerda,
Sólo recuerda:
Que yo dependo de ti,
Que sólo existo en tu existencia,
Que de nada te serviré si se pierde tu vida,
Que puedes suicidarme con un simple olvido.

13 julio, 2007

SABOTAJE

¿Quién me espía
Zambulléndose entre mis versos,
Adivinando mis confesiones más secretas,
Devorando sueños míos que no acaban en la vigilia,
Dibujando en mi pared un paréntesis de silencio?

¿Quién me busca
Después de haber abandonado mi cadáver,
Con los ojos cargados de olvido,
Con las manos inyectadas de insomnio?

¿Quién se burla
Deconstruyendo mi propia vida,
Deshabitando mis vacíos,
Entrando y saliendo de las sombras?

Soy yo,
Mi propia inquietud,
Mi propio eco.

EL CIELO Y LAS NUBES

Para ti, Rosa.

Sara ignora todavía
El significado de algunos silencios.

Curiosa y juguetona,
Con la urgencia
De quien desconoce la muerte
Se acerca a tu lado,
Habla contigo en un aparte,
Las dos sentadas y tranquilas.

—¿Dónde está el abuelo?
—En el cielo
—¿Y qué hace?
—Está descansando.
—Ah, estará sentado en una nube.

Sí, una nube. Entonces
La miras a los ojos
Y comprendes
Que el mundo nuestro soporta
Un error de diseño,
Una falla estructural,
Una gigantesca elipsis:
Porque las nubes deberían ser tronos
Y el cielo un jardín luminoso
Donde refugiarnos.

Pero las nubes son nubes,
Y el cielo sólo es cielo.

—¿Y cómo puede el abuelo
Sentarse en una nube?
—Porque Dios le ayuda.
—Ah, claro.

Le sonríes
(Ella te sonríe).

Le besas
(Ella te besa).

Y es que Sara ignora todavía
El significado de algunos silencios.

12 julio, 2007

EBISU KAMI

Mañana en el metro.

Los rostros en el andén
Se aferran a los últimos fragmentos de su sueño,
Un sueño de ciudad que aún no penetra
En el claustro diurno de la vigilia.
Hace frío. Desde mi asiento
Veo a las mujeres y a los hombres,
Con los ojos cansados
Y el gesto sin brillo,
Y la proximidad de la jornada de trabajo.

Un cuerpo en el expositor de la marquesina
Se exhibe, casi desnudo,
Sin frío, sin sueño,
Congelado en su marketing de diseño fotográfico
Y su ropa interior de catálogo;
Desde la bruma lejana de su belleza,
La joven me mira a los ojos
Obscena y raquítica
Como esta mañana de invierno.

Yo me quedo aquí, me dices.

Y anhelo, antes de perderla,
Tu sonrisa blanca y triste
Buscando mis ojos,
La palabra que dejaste
Olvidada como una paloma en mi recuerdo
Al pasarme el azúcar para mi café,
Hace sólo un momento,
Mientras yo ojeaba el periódico.

Ebisu kami,
Que seas feliz en tu trabajo,
Que los dioses protejan
La labor de tu despacho pequeño y caótico,
Que tus jefes te traten dignamente
Y tú regreses con bien a mi mirada.

EN UNA TERRAZA, UN VERANO

En la tertulia de al lado
Un ranking financiero de ejecutivos
Abandonados al placer de los chascarrillos
Y del güisqui con cola,
En una terraza llena de sol y playa.

Disfrutan sus vacaciones,
Desglosan la coyuntura económica y laboral,
Beben, fuman,
Alaban sus proyectos,
Expenden sus sonrisas...
Y de pronto se paran a mirarme.

Yo hablo sin elevar la voz
—Y mi gesto, sin querer, es como el guante
Que abofetea el rostro humillado del adversario—;
Analizo un poema con detalles técnicos,
Hablo de Claudio Rodríguez,
De Lorca,
De Shakespeare,
Esculpo en el aire
Una manera de enfocar la existencia
Que relativiza y oscurece
La utilidad del benchmarking,
La necesidad del outsourcing,
Las luz de los planes de contingencia
Y de la cuenta de resultados.

Algunas personas
Sufren su poesía en los talones bancarios,
Conocen los versos
Que arrojan toda una vida al silencio,
Ese silencio eficiente de la mesa del despacho,
Allí donde el tiempo tiene la urgencia
De dolor inmediato,
Del olvido,
Que es, sin duda,
La peor de las ficciones .

Nada ha dejado la experiencia
En los rostros que hablan en la tertulia de al lado,
Tan sólo una huella pálida de estrés laboral y una sospecha
Que cruza por la frente como una sombra,
Una herida de resentimiento inminente.

Mi voz es suave,
Va vestida de literatura y cuando se alza
Un silencio de paloma se desnuda
Y llena con un rumor de alas
El brillo de los cubiertos sobre las mesas.

10 julio, 2007

MORIR DE AMOR


A las doce y algo
— (12:04) —
Después del Ángelus te llamo,
Aprovechando un breve respiro,
Para contarte que tengo
Doce mensajes en el buzón de voz,
Una reunión imprevista,
Siete mails,
Varios informes pendientes,
Una agenda más apretada que el fajín de un torero,
Y el recuerdo de ti que me acompaña.

A la una y media
—13:30—
Me llamas tú para explicarme
Que ya has terminado tus clases,
Y que luego has ido al banco
A verificar el lamentable saldo de mi cuenta;
Después has entrado en el Súper
Y justo en el momento
De coger la leche de los estantes
Te has acordado de mí.

A las cuatro p.m.
—16:00—
Mi móvil está sin sonido
Y yo durmiendo la siesta
Pero al despertar
Leo tu SMS
Que finaliza con un entrañable
TQMMMMMMMMMM;
Te devuelvo la llamada,
Hablamos un ratito,
Y así me entero de que esta noche
Irás a una aburrida conferencia
Pero que no te quedarás a la cervecita,
Así que yo no debo preocuparme
Porque tú me llamarás cuando llegues.

Y es que el móvil
Busca como por instinto
Bolsillos y bolsos que se mueven
En la muda soledad de las ciudades,
Porque estamos solos y mudos
Cuando no hablamos entre nosotros,
Y sabemos
Que cualquier excusa es
—Como el ser— buena
Para llamar y llamarnos.

Así obliga el amor:
Quien lo probó sabe por experiencia
Que se hace necesario
Apuntarse a alguna buena oferta
O bien morir lamentablemente
Y arruinarse en el intento.


AGOSTO
Para Rosa, esperando no pases mucho calor
Me localizan
Los mensajes tuyos en el móvil,
Cuando quedamos los dos y yo te miro
Y una grabación automática me dice
Que las nubes primaverales que yo recuerdo
Están fuera de cobertura.

Ascendiendo por tu cuello de paloma
Yo busco el cielo desde unos ojos
Que son tuyos y me miran,
Y digo ‘Tú’ y ‘Yo’ en los atardeceres,
Mientras se abre, respirándonos,
El aire inmenso de la tierra
Y abandonadas al calor se ponen mustias
En tu balcón las macetas.
Nada existe en el rostro de este mar
Cada vez más lejano.
Sólo yo habito la espuma de las olas
Por ver de nuevo
El abismo submarino
De los besos.

Con mis ojos insomnes,
Mis arterias sin tráfico quemándose en el viento,
La ciudad se vacía de sí misma
Y, heroica y gentil,
Duerme la siesta.

NURIA EN SU CUMPLEAÑOS

Para Rosa, que tiene una sobrina de cuatro años

¿Recuerdas el aliento
De la primera luz en tu mirada?
Mira el beso
Que abre las alas de un cielo aún en sombras,
Que todo lo posee sin espacio
Y todo él se quema poseyendo.
Esa es la claridad;
Así amanece su don entre los seres.
Así también, cuando las miras,
Cobran todas las cosas
Un impulso altísimo por hallar su luz,
Un afán nuevo por ver el mundo
A través de tus ojos.

Y no es el mecanismo
De una muñeca lo que mueve al tiempo,
Ni las cuatro velitas que has soplado
Te olvidan apagadas sobre la tarta.
Todos los días,
Todas las tardes de verano
Aguardan tu sonrisa diminuta,
El intacto protagonismo de tu nombre
Como recién estrenado,
Como recién descubierto en nuestros labios.

Pero tiene la luz resquicios que aún no palpas,
Un futuro de dioses envejecidos
Que descubren en el calendario de tu historia
Ese fuego quemándose en la noche,
Ese don de la codicia y de la entrega,
La libertad desnuda de los actos.

¿Qué harás de ti misma
Cuando crezca tu imagen en los espejos
Y tu sombra se pierda en bosques encantados
Y tus recuerdos, blancos como la nieve,
Aprendan a contar hasta diez?
¿Qué harás con el ser que hoy posees?

Como un eco,
Como una piedra
Que se hunde sin rastro en el estanque,
Cae el tiempo sobre tu cuerpo infantil.

Y el futuro,
Esa ansiedad que mora en el recuerdo,
Volverá sobre sus pasos,
Buscará en la arqueología de tu pasado
Un sol intacto,
Un nombre más acabado,
Algo que aún no eres tú
Pero que yo empiezo a adivinar desde el fondo
Impalpable de tu sonrisa.


09 julio, 2007

CERCANÍA
Un soneto para Rosa

Ajeno en su quietud el cielo espera
La claridad subida de la tierra.
Ahora el aire es sol, desnuda guerra
De brisa y nube y flor en primavera.


La luz, siempre distinta, verdadera,
En nuevo amanecer todo lo encierra;
Y todo lo conforma, en nada yerra;
Y así cada mirada es la primera.


¿Eres tú? ¿Y tan cerca? Yo te quiero
Próxima a la brisa y vecina
Del agua transparente y su murmullo.


No eres tú. Es tu eco. Yo te espero
Con la urgencia del fresno y de la encina:
¡Que este vuelo del ver es amor tuyo!


ULISES TAN PRÓXIMO
A mi Rosa
Imaginar dónde estás cuando no estás conmigo,
Palpar tu imagen reflejada en los espejos,
Rescatar tu voz adherida a las sombras
Si se demora de pronto en una anécdota
O si habla de mí,
Reconstruir la prehistoria de nuestro amor antes de conocernos,
Son paisajes íntimos de mi geografía.

Son paisajes que dejan entre mis manos
Un calor recordado,
Una impaciencia nunca completamente saciada,
Mientras llega, oportuno y solícito, ese olvido
De todo aquello que no somos nosotros.

Porque el amor desciende y trasciende
Y su futuro compartido
Deja en las heridas
Ese retorno de la verdad cuando se muestra,
La huella de un dogma
Que devuelve al ser su olvidada sustancia.

Parece imposible, pero en cada encuentro
La historia nos devuelve nuestro rostro más auténtico,
Ese tiempo que es presente en nuestras manos;
Por eso las horas no nos abandonan
En una isla desierta una tarde cualquiera,
En un rincón olvidado del calendario y consintiendo
El peso caduco de los años.

Amarte así será incesantemente
Como volver a ser,
Como encontrar aquel ‘entonces’ improbable
Y es que el don de amor es otro Ulises
En el momento exacto del retorno.

En el palacio encendido de la memoria
Ítaca sigue presente y esperando
Ese mensaje que un náufrago introdujo en una botella
Y que narra en primera persona
La arqueología de mi amor más próximo:

«Vivo tu vida desde siempre,
«Y he olvidado
«El sueño primero en el que empecé a vivir».

06 julio, 2007

RETORNO


Ese sol viejo ataviado de cobre y ceniza
Me hará retornar a Londres.
Ese sol perenne de quebradas mariposas,
De flor vieja que busca en el ocaso
Ojos para mirar el espejo lento del Támesis,
Gaviotas desorientadas sobre el curso de las aguas.

Tiéndete junto mi soledad más recordada.
Despierta en ella
Esa inquietud
Que se conserva en la fragilidad de la memoria,
El mudable aleteo de unos labios
Que buscaron una mejilla en el túnel del tiempo.

Y déjame mirarte,
Déjame devolverte a mi presente más próximo
Con esa misma lentitud contemplativa
Que atesora el artista para culminar su obra.

04 julio, 2007

OCULTA SERVIDUMBRE


Desprendido de todo.
Caminando en su soledad más cercana.
Sin naves que quemar.
Sin falsas pasiones.

Cuando sube a la cumbre de la vida
Y contempla sin prisa los años transcurridos,
El corazón le recuerda
El valor de la libertad conquistada,
La perspectiva de quien pudo seguir su propio curso
Ajeno a las hipotecas de la historia,
Sin partidos, sin cuotas, sin facturas,
Sin estandartes que murmuren en el viento.

Una vez amó.
Se cubrió su soledad con hojas secas.

Creyó, ocasionalmente,
Y el tiempo se vació de sí mismo,
Y sólo le quedó arena en los bolsillos,
Citas mudas,
Falsas denuncias.

Libertad, autonomía:
Esas promesas tan cumplidas le remiten
Al paisaje inerte del invierno.

Por eso sus manos tienen hoy la mordedura
De un querer extraviado.
Y es que de pronto ha descubierto que el tiempo se le agota,
Que esta vida finalmente no es la suya,
Ni es ésta la luz invisible en la que habita,
Y que al otro lado de la puerta
Habrá de saldar deudas con las sombras.

Resulta necesario nacer de nuevo,
Aprender otro lenguaje,
Otros rostros,
Otro quehacer,
Otro presente.

Un presente desnudo y prístino en su nueva pureza.
Un presente sin ocultas servidumbres.

03 julio, 2007

EL NORTE

Ese matiz oculto
Donde cualquier sueño tiene forma de caricia,
De herida imprescriptible,
De lluvia invertida,
Nos domina con la astucia de sus silencios,
Con su lejana belleza.

Quiero que te abandones
En la exacta transparencia de las aguas
Creciendo como una primavera
Hasta rozar las nubes con las manos
Vaciándote de nostalgia.

Entonces contemplaremos
Las horas extraviadas entre los árboles,
La memoria itinerante
De aquellos cuerpos que no fuimos
Y que se hundieron en nosotros.

Porque la vida, ese espejo desprendido,
Nos devuelve su propia desemejanza.

Quizá por eso palpo en mis sábanas
El espejismo de todas mis perplejidades,
El norte de ese rompecabezas
Que es tu mirada perdida en una lágrima.

02 julio, 2007

NOCTURNO Y ALEVOSO

A Rosa, esperando sea de tu agrado

Como ves, esto es un atraco en toda regla.
Obedece mis instrucciones y ninguno
De nosotros dos sufrirá daño:
Tú, contenta;
Yo, radiante.

Los ojos en alto, amor, casi en el cielo
Para que yo pueda mirarme en tu hermosura.

Si te haces la heroína,
Si te resistes,
No sabré contenerme
Y me veré obligado a besarte.
Recuerda que estoy
Encañonándote con mi boca,
Vigilándote con mis caricias.

Ya lo ves: no saldrás de ésta, amor,
Porque te quiero a ti
Y sólo a ti:
Tu vida o tu vida.

EL PUB

A veces ocurre:
En esta oscuridad disfrazada de eco
En este amanecer siempre furtivo,
Cerca de la luz dañada de mis ojos
Con la complacencia alevosa de las sombras.

Sí, es otra vez la huella pasajera del recuerdo
Que se apodera de mi historia,
De mis historias;
Y llena mi habitación de nubes insaciables
Que acaparan mis sueños;
Sube por las escaleras de un pasado mal vivido,
Y todo lo llena con voces deshabitadas,
Con suelos mugrientos y banquetas,
Con güisquis a medio terminar,
Y melodías de Yulbox, casi ancianas,
Sucias o deterioradas, igual que ceniceros,
Hasta que mis manos
Logran rescatar
Un iceberg oculto en la memoria
Como si fuera aquel pub de universitarios,
Ese pub de fin de semana,
Cuando yo era joven y estudiante.

Detrás de las trincheras de la barra
Las camareras proyectan una sombra de hámsteres
Como dando vueltas a su propia rutina.

Y yo siento
Desde esta oscuridad que no me pertenece,
Desde este amanecer silente de los ojos,
Que el corazón se aferra conmovido
Al cuarto oscuro donde viven
Los rostros y palabras que no fueron;
Me veo levantándome de una mesa
Donde la cerveza es sólo una luna menguante,
Y oigo una voz descolorida contando un chiste,
Un chiste transparente que se me clava en la espalda
Como un látigo o un lamento,
Y camino atravesando todos los remordimientos,
Todas las conversaciones de juventud,
Todas las quinielas
Donde yo aparezco como único sospechoso,
Como ladrón de recuerdos,
Inventor de nombres sin sentido,
Empedernido estafador de sueños.

Cuando llego a la barra
Las camareras se vacían de su sombra
Como sólo puede vaciarse una serpiente
De la piel de su último sueño.
Suena la Yulbox
—Los Rolling, otra vez—
Y una mujer que no recuerdo
Se acerca en una nube de tabaco
Para hablarme de mis andanzas,
De quimeras y fracasos que sólo yo conozco.

Entonces comprendo que es un sueño,
Pero la creo igualmente,
Y le doy la razón y le sonrío:
Sí, fui yo quien se acostumbró
A morir de repente,
A hurgar en los silencios,
A ejecutar palabras con mis propias manos.

A veces ocurre, le digo,
A veces ocurre y eso es todo.

La verdad es que no me acostumbro
A estas muertes, que son las previstas,
Y abro las ventanas
Y dejo que fluya el aire en los pulmones
Y descorro las cortinas para que entre la luz
E invento de nuevo mis referentes,
Mis señas de identidad habituales,
Como un contrapeso a la nostalgia de la vida,
A la debilidad del corazón,
Al sufrimiento inútil del pasado.

LECCIÓN DE ASTRONOMÍA
También para ti, Rosa
Las palabras son estrellas enanas
Y cambian su fulgor de boca en boca,
De galaxia en galaxia.
Su baricentro fluye en las conversaciones
A causa del desplazamiento de su órbita semántica.
De vez en cuando se enredan en cuásares y púlsares;
Entonces su significado se vuelve ininteligible.

Pero lo habitual es que iluminen con su luz al universo
Y vivan rodeadas de planetas;
Cuando su núcleo de helio e hidrógeno se agota
Ellas se hunden en el agujero negro del olvido
O estallan en una supernova
Para que otras, nuevas y lozanas,
Les tomen el relevo.

Porque la vida se expande en las palabras
Con su propia constante de Hubble,
E insufla espacio y tiempo a la acción de los verbos
Y transfiere a la deixis de un pronombre
El matiz de una puesta de sol,
El balcón de una sonrisa,
Esa constelación de pájaros que atraviesa el cielo.

Por eso, pársec a pársec,
El amor va haciendo suyas nuestras palabras;
Araña sílabas, graba en fonemas
La señal indeleble de una antigua intimidad compartida
Y deja un sueño de brisa en la atmósfera de los cuerpos:
Noches y días en los que descubrirnos,
Jardines y fuentes que cursan el espacio de nuestros ojos,
Vidas que son la vida que elegimos,
Caricias que se despliegan con exactitud sintáctica,
Y paseos y confidencias y restaurantes.

No te lo niego: porque el amor pervive en las palabras,
Yo invento un universo en tu mejilla
Cada vez que te beso.

SI, YA LO SÉ

Sí, ya lo sé…
La vida se me escapa.
Mañana sólo seré la sombra de una sombra
—Una sombra al cuadrado,
Un desliz matemático—.
Pero mañana
Cuando ella llegue,
Yo ya no estaré,
Y mientras yo esté, ella, la hermana indeseable,
No me tocará con su beso frío.
Sí, ya lo sé,
Pírrica e inútil es esta victoria.
Pero hoy
Mientras la luz se encarama a los árboles
Y busca, solícita, la ocasión de ser contemplada
Sólo puedo vivir y vivir en la certeza
De que nada podrá dejar de ser
Si antes no ha sido.

DEDICATORIA
Para R. M.
Cuando las horas se hacen largas
Sólo pienso en ti, compañera,
Que no puede hastiarse en la quietud
Aquel que ha aprendido a contemplarte.

SÓLAMENTE SOLO

Sólo yo te espero.
Solo yo.

Más allá de la Navidad de dos mil seis,
De la letra sin rostro y el rubor electrónico
De ese primer mail que me contestaste,
Aguardando —todavía— la fecha incierta de mis exámenes,
Más allá del derecho administrativo
Y sus implacables libros de texto,
Tras quemar tardes y tardes junto al home cinema que me regalaron los Reyes,
A través de esa primavera que se olvidó una flor,
Contemplando la luna que nada en la pecera de mi ventana,
Por encima de todo lo que no he sido ni seré…

Sólo yo te esperaba.
Solo yo.

Al pasar por detrás de noches y de calles,
Al pisar chicles que se pegan al zapato
—Dicen que da suerte—
Y las obras del tranvía
Y el concierto infatigable de los grillos nocturnos,
Por debajo del nivel del mar, como un submarinista,
O en la mesa solitaria de un restaurante,
Sabiendo que la vida y su ajetreo se me escapan,
Sintiendo tan de cerca la voz de tus ojos...

Sólo yo te espero.
Solo yo.

Y también en aquel ocaso irreversible,
Todavía fuego y palabra de nuestro amor silente,
Cuando alumbren los últimos rescoldos,
Cuando la (¿hermana?) muerte nos abrace
Y se haga blanco y frío el color de nuestros cuerpos,
Bajo un paraguas anegado de recuerdos,
Cuando mi cuerpo sea como un reloj de arena
Y se sostenga en una única verdad admisible…

Sí, también entonces.

Sólo yo te esperaré.
Solo yo.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?

Suscribirse a Entradas [Atom]