08 noviembre, 2006

Patientia.

Sobre las rocas,
Sobre los árboles...
El cielo sobre nosotros.

¿Indiferente? ¿Expectante?

'Nunca lo sabréis',
Claman las sombras.

¿Nunca?

Hay algo divino
En la luz que desvela,
Que alumbra al ser
En la exacta contención de la forma,
En la paradoja inverosímil de la materia.

No es que la luz,
No es que el ser
Sean, de suyo, divinos.
Pero es divino este repentino deslumbramiento,
Este desaparecer de lo informe
Que comunica el ser
Recién amanecido,
Sin traicionarlo,
Sin contaminar su esencia,
Sin apenas rozarlo,
En la perfecta iconografía de lo intangible.

'Nunca lo sabréis',
Claman, de nuevo, las sombras.

Su envidia inmemorial
Impugna la luz
-¡Nuestra luz!-,
Y pretende anegarlo todo
Apenas amanece.

Pues aquello que amanece
Y que, con su presencia,
Busca el cuidado azul de nuestros ojos,
Se hace humano,
Semejante a nosotros,
Y participa de la luz,
Sin ser luz,
En armonioso susurro
Que halla su contorno inabarcable
En la claridad de este día.

Sí, la claridad se tensa
A semejanza de una cuerda
Al fin dispuesta a desalojar
Su nota más alta.

El mismo cielo
Ilumina nuestro ser
En singular cercanía.

No existe lo lejano
Ni la herida inalcanzable de lo ajeno
En este mundo de luz,
En este inacabado amanecer,
En este milagroso acercamiento
De la dicha prometida.

Todo es próximo,
Todo es claridad,
Todo es nuestro...

-¿Ya? ¿Al fin?
-No, todavía no.
Patientia.

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