26 diciembre, 2006

Vives en mí.

A tí, cuyo nombre aparece en el poema.



Vives en mí,
Tan dentro de mí,
Que mi hacer y mi querer
Poco a poco
Se llenan de ti,
De mí se vacían.
No yo, tu mundo amanecido
Es ya mi verdadero centro:
Mi todo en todas las cosas.

He sido injertado en ti
O tú en mi.
Mi yo en tu yo,
Tu yo en mi vida,
Donde todo lo tuyo
O todo lo mío
Será para siempre nuestro,
Quizás desde siempre
Nuestro.

Estoy tan cerca de ti
Que quiero sacar a la luz
Tu voluntad verdadera,
Tu más auténtico yo,
Ese que sola no puedes;
Y sin embargo es tuyo
Y es mío,
Como todo lo nuestro.

Vives en mi,
Habitas mi dentro
Porque así lo has querido.
Vivimos el uno en el otro,
Rosa y viento,
Para vivir y desvivir,
Crear y descrear
Toda la existencia nuestra.


Comentarios:
Precioso, Mariano,
supongo que está dedicado a tu madre
 
Pues no, Mariam. Un poco de misterio no viene mal...
 
¡Albricias! Algo nuevo bajo el sol, el blog se mueve, y se mueve bien. Ya me contarás cómo resultó lo del relato. Si no es indiscreción, ¿no será el poema un tanto místico? Porque cuando hay un misterio se hacen esfuerzos por desenmarañarlo. Aunque es lo bueno que tienen los poemas, que son íntimos y el lector puede hacer la interpretación que quiera, que la auténtica se la guarda el autor para sí.
 
Te he memeado en mi blog
 
Hola, Rictus. Voy a tratar de mover esto del blog, que la pereza es mala consejera. Un abrazo
 
¡No digas eso de la pereza! ¿Qué te ha hecho? A mí me hace pasar gustosas mañanas en la cama...
 
Je, je. Pero lo que tú me cuentas no es vicio, porque forma parte de la finísima virtud de la horizontalidad, también llamada dulce reposo.
 
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