17 julio, 2007

CONVOCATORIA DE URGENCIA

Vuelan los años,
No por pasar deprisa,
Sino para que no se escuche
El sonido de sus voces en el jardín,
El eco de sus pasos,
Cuando llegan sin ser llamados
Y se van sin despedirse
Y ya no vuelven.

Vuelan calladamente
Para que nadie los sienta,
Para que todos se extrañen
De las cruces que invaden el calendario,
De las arrugas y canas,
De las ausencias,
De las renuncias,
De las derrotas,
De esos continentes
Que desaparecen así,
De la noche a la mañana,
Tan de repente.

Y ya no vuelven.

Del batir de sus alas,
De su efecto de invernadero en la memoria,
De su astuta invisibilidad yo conservo
Al hombre que te quiso,
Y a su amor intacto y entregado,
Ese mismo hombre que te miraba
Cuando tú no le veías,
Cuando tú, ajena como un sueño,
Te abrías ante mí,
Ante mis ojos,
Como un abril imprevisto.

No, no envejecen los recuerdos;
Ellos no viven ni se desviven.
Tampoco aquello que hemos vivido envejece;
Sólo nosotros;
Sólo nuestros cuerpos.

Porque el tiempo nos envuelve
Como una niebla silenciosa.

Y el amor, esa otra niebla,
Nos emplaza ti y a mí,
A través de los años vividos
En única convocatoria,
Con su urgencia recién descubierta,
Con su ardor a destiempo,
Como el primer día.





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