04 julio, 2007

OCULTA SERVIDUMBRE


Desprendido de todo.
Caminando en su soledad más cercana.
Sin naves que quemar.
Sin falsas pasiones.

Cuando sube a la cumbre de la vida
Y contempla sin prisa los años transcurridos,
El corazón le recuerda
El valor de la libertad conquistada,
La perspectiva de quien pudo seguir su propio curso
Ajeno a las hipotecas de la historia,
Sin partidos, sin cuotas, sin facturas,
Sin estandartes que murmuren en el viento.

Una vez amó.
Se cubrió su soledad con hojas secas.

Creyó, ocasionalmente,
Y el tiempo se vació de sí mismo,
Y sólo le quedó arena en los bolsillos,
Citas mudas,
Falsas denuncias.

Libertad, autonomía:
Esas promesas tan cumplidas le remiten
Al paisaje inerte del invierno.

Por eso sus manos tienen hoy la mordedura
De un querer extraviado.
Y es que de pronto ha descubierto que el tiempo se le agota,
Que esta vida finalmente no es la suya,
Ni es ésta la luz invisible en la que habita,
Y que al otro lado de la puerta
Habrá de saldar deudas con las sombras.

Resulta necesario nacer de nuevo,
Aprender otro lenguaje,
Otros rostros,
Otro quehacer,
Otro presente.

Un presente desnudo y prístino en su nueva pureza.
Un presente sin ocultas servidumbres.





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