12 julio, 2007

EN UNA TERRAZA, UN VERANO

En la tertulia de al lado
Un ranking financiero de ejecutivos
Abandonados al placer de los chascarrillos
Y del güisqui con cola,
En una terraza llena de sol y playa.

Disfrutan sus vacaciones,
Desglosan la coyuntura económica y laboral,
Beben, fuman,
Alaban sus proyectos,
Expenden sus sonrisas...
Y de pronto se paran a mirarme.

Yo hablo sin elevar la voz
—Y mi gesto, sin querer, es como el guante
Que abofetea el rostro humillado del adversario—;
Analizo un poema con detalles técnicos,
Hablo de Claudio Rodríguez,
De Lorca,
De Shakespeare,
Esculpo en el aire
Una manera de enfocar la existencia
Que relativiza y oscurece
La utilidad del benchmarking,
La necesidad del outsourcing,
Las luz de los planes de contingencia
Y de la cuenta de resultados.

Algunas personas
Sufren su poesía en los talones bancarios,
Conocen los versos
Que arrojan toda una vida al silencio,
Ese silencio eficiente de la mesa del despacho,
Allí donde el tiempo tiene la urgencia
De dolor inmediato,
Del olvido,
Que es, sin duda,
La peor de las ficciones .

Nada ha dejado la experiencia
En los rostros que hablan en la tertulia de al lado,
Tan sólo una huella pálida de estrés laboral y una sospecha
Que cruza por la frente como una sombra,
Una herida de resentimiento inminente.

Mi voz es suave,
Va vestida de literatura y cuando se alza
Un silencio de paloma se desnuda
Y llena con un rumor de alas
El brillo de los cubiertos sobre las mesas.





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