10 julio, 2007

MORIR DE AMOR


A las doce y algo
— (12:04) —
Después del Ángelus te llamo,
Aprovechando un breve respiro,
Para contarte que tengo
Doce mensajes en el buzón de voz,
Una reunión imprevista,
Siete mails,
Varios informes pendientes,
Una agenda más apretada que el fajín de un torero,
Y el recuerdo de ti que me acompaña.

A la una y media
—13:30—
Me llamas tú para explicarme
Que ya has terminado tus clases,
Y que luego has ido al banco
A verificar el lamentable saldo de mi cuenta;
Después has entrado en el Súper
Y justo en el momento
De coger la leche de los estantes
Te has acordado de mí.

A las cuatro p.m.
—16:00—
Mi móvil está sin sonido
Y yo durmiendo la siesta
Pero al despertar
Leo tu SMS
Que finaliza con un entrañable
TQMMMMMMMMMM;
Te devuelvo la llamada,
Hablamos un ratito,
Y así me entero de que esta noche
Irás a una aburrida conferencia
Pero que no te quedarás a la cervecita,
Así que yo no debo preocuparme
Porque tú me llamarás cuando llegues.

Y es que el móvil
Busca como por instinto
Bolsillos y bolsos que se mueven
En la muda soledad de las ciudades,
Porque estamos solos y mudos
Cuando no hablamos entre nosotros,
Y sabemos
Que cualquier excusa es
—Como el ser— buena
Para llamar y llamarnos.

Así obliga el amor:
Quien lo probó sabe por experiencia
Que se hace necesario
Apuntarse a alguna buena oferta
O bien morir lamentablemente
Y arruinarse en el intento.






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