02 julio, 2007

SÓLAMENTE SOLO

Sólo yo te espero.
Solo yo.

Más allá de la Navidad de dos mil seis,
De la letra sin rostro y el rubor electrónico
De ese primer mail que me contestaste,
Aguardando —todavía— la fecha incierta de mis exámenes,
Más allá del derecho administrativo
Y sus implacables libros de texto,
Tras quemar tardes y tardes junto al home cinema que me regalaron los Reyes,
A través de esa primavera que se olvidó una flor,
Contemplando la luna que nada en la pecera de mi ventana,
Por encima de todo lo que no he sido ni seré…

Sólo yo te esperaba.
Solo yo.

Al pasar por detrás de noches y de calles,
Al pisar chicles que se pegan al zapato
—Dicen que da suerte—
Y las obras del tranvía
Y el concierto infatigable de los grillos nocturnos,
Por debajo del nivel del mar, como un submarinista,
O en la mesa solitaria de un restaurante,
Sabiendo que la vida y su ajetreo se me escapan,
Sintiendo tan de cerca la voz de tus ojos...

Sólo yo te espero.
Solo yo.

Y también en aquel ocaso irreversible,
Todavía fuego y palabra de nuestro amor silente,
Cuando alumbren los últimos rescoldos,
Cuando la (¿hermana?) muerte nos abrace
Y se haga blanco y frío el color de nuestros cuerpos,
Bajo un paraguas anegado de recuerdos,
Cuando mi cuerpo sea como un reloj de arena
Y se sostenga en una única verdad admisible…

Sí, también entonces.

Sólo yo te esperaré.
Solo yo.





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